VIII Congreso Internacional Dependencia y Calidad de Vida: la visión del IMSERSO

18-10-2021 - Salud

Hemos preguntado a las administraciones públicas que colaboran en el VIII Congreso Internacional Dependencia y Calidad de Vida sobre cuáles son las lecciones aprendidas en materia de atención sociosanitaria a nivel estatal y cuáles serán los desarrollos futuros en esta materia, con especial énfasis en las políticas que se aplicarán.

 

“La pandemia evidenció la clara desconexión entre los mundos social y sanitario, de forma que el diálogo y coordinación horizontal deseables aún son una asignatura pendiente que requerirá tiempo abordar”.

Luis Barriga Martín, Director General, Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO)

No han sido pocas las lecciones aprendidas durante el desarrollo de la pandemia, algunas de las cuales ya han sido escritas. En noviembre de 2020, tras meses de detección de factores causantes y de recogida de evidencias, se publicó por parte del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 el Informe COVID-19 y residencias. Este documento fue ampliamente participado y consensuado con todas las comunidades autónomas, sociedades científicas y profesionales y entidades del sector e identificó al menos una treintena de lecciones aprendidas que ya han modificado, en parte, y en tiempo récord la forma de actuar.

Pero no olvidemos que el impacto de la pandemia se expandió a otros entornos de servicio, afectando a cualquier persona especialmente vulnerable a la COVID-19, independientemente de su lugar de residencia, como hemos visto en las olas posteriores a la primera.

De todas esas lecciones aprendidas, quizá la más descarnada haya sido la puesta en evidencia de la falsa creencia relativa a la misión y capacidades de los centros residenciales. Un centro residencial no es un espacio donde se deban procurar todos los cuidados sanitarios. Ni fueron configurados así ni tenían tal misión. Esto era de sobra sabido por sectores especializados, pero no por el imaginario colectivo.

Por otra parte, se evidenció la clara desconexión entre los mundos social y sanitario, de forma que el diálogo y coordinación horizontal deseables aún son una asignatura pendiente que requerirá tiempo abordar. El tremendo impacto de la primera oleada pandémica en las residencias no es atribuible a esto último con carácter de exclusividad. Posiblemente, y a la luz de la evidencia internacional, la coordinación habría mejorado algunos resultados, pero no los habría evitado en su mayor parte. Hay al menos otra veintena de factores –no menores- que se conjuraron en contra desde el inicio y que luego, en las sucesivas olas, fueron mitigados en sus efectos con un resultado más que aceptable, incluso antes de que llegara la tan deseada vacunación.

Mirando al futuro, las agendas que debemos manejar tienen diferente alcance. Los desarrollos en los que se está trabajando desde el Ministerio de Derechos Sociales han pasado por dos líneas de trabajo iniciales claras y decididas.

Por un lado, España ha sido el único estado miembro que ha dedicado un componente concreto, dentro de los fondos europeos Next Generation, a los cuidados de larga duración. Estos ya han ido dirigidos a reforzar, pero también a reformar los centros de cuidados de larga duración al tiempo que se reconoce y potencia la atención de proximidad como la más deseable. La llamada “desinstitucionalización” como principio o la necesidad de una auténtica Atención Centrada en las Personas son procesos de largo recorrido, sin duda, pero que han de iniciarse sin demora.

Por otro lado, se ha retomado la política de autonomía personal y atención a la dependencia para revisar su funcionamiento y promover mejoras inmediatas. Se ha reforzado la financiación pública de forma decidida y se ha pactado una batería de medidas en el Plan de Choque en Dependencia con las comunidades autónomas y con los agentes sociales para la mejora de las coberturas y la agilidad de gestión. Este Plan de Choque no es más que un primer paso para abordar reformas de mucho mayor calado que deberán manejar -al igual que ocurre con los Fondos Europeos- agendas de corto plazo sin dejar de mirar al futuro del medio y largo plazo.

Dentro del Plan, un asunto clave es la reformulación del Acuerdo de Acreditación y Calidad de Centros y Servicios en Dependencia que debe contener los requisitos mínimos comunes para la acreditación de estos. Requisitos realistas, pero de avance progresivo, al tiempo que propone un sistema público de evaluación de la calidad más basado en los resultados en las personas que solo en los procedimientos.

Evaluar con rigor y transparencia supone aprender, mejorar y remodelar. Esa es una agenda de medio y largo plazo que requerirá grandes dosis de consenso al que estamos todos interpelados porque el desafío es tan enorme como común.