La Planificación de la Última Etapa de la Vida: Claves para afrontar el envejecimiento y el aumento de la esperanza de vida.

Autor: Manuel Alfaro e Ismael Vallés

Solo uno de cada cuatro españoles ahorra para su jubilación, pese a que hacerlo conlleva también mayores cuidados de la salud y una mejor aceptación del final de vida.

El trabajo, en el que han participado una veintena de expertos de los ámbitos económico y socio-sanitario junto a más de 1.300 ciudadanos de distintas edades, concluye que quienes ahorran para la jubilación cuidan más su salud y aceptan mejor el final de vida, por lo que aboga por aprender a transformar “más vida en mejor vida”.

Por este motivo, alerta de la necesidad de promover una mayor cultura de la planificación en los ciudadanos para que integren sus decisiones de futuro a lo largo de toda la vida, pensando menos en lo que han vivido y más en el potencial de lo que les queda por vivir, aceptando la incertidumbre y los condicionantes de la última etapa de la vida y también su finitud. Esta mayor previsión ha de ir alineada con un cambio de actitudes y comportamientos en temas como el ahorro finalista para la jubilación, la educación y la prevención de la salud y la aceptación de la muerte.

Todo esto porque el estudio indica que tan solo el 33% de los ciudadanos cuidan de su salud desde hace tiempo y que únicamente el 50% están mentalizados sobre el final de la vida.

Para llevar a cabo el informe, realizado entre 2019 y 2020, los autores han analizado fuentes secundarias de datos (tendencias demográficas a nivel mundial, europeo y de España para establecer algunas comparativas internacionales y así dimensionar los datos y mostrar diferencias y sintonías); han hecho 14 entrevistas en profundidad a ciudadanos de varios segmentos de edad; un estudio Delphi a 24 expertos en demografía, psicología, sociología, medicina, notaría, abogacía y economía, y una encuesta en dos oleadas a más de 1.300 ciudadanos para conocer su punto de partida en cuanto a la planificación de la última etapa de vida.

Con toda esta información sobre la mesa, el estudio alerta de la necesidad de actuar en dos planos para mejorar la calidad y el bienestar en la última etapa de la vida: promover la cultura de la planificación y fomentar una mayor corresponsabilidad entre ciudadanía, sector público y privado.

En cuanto a la cultura de la planificación, los autores del texto plantean un reto: “transformar más vida en mejor vida”. Esto supone promover en los ciudadanos una mayor cultura de la planificación, para que integren a lo largo de toda la vida sus decisiones de futuro, pensando menos en lo que han vivido y más en el potencial de lo que les queda por vivir, aceptando la incertidumbre y los condicionantes de la última etapa de la vida y también su finitud.

Con respecto al fomento de la corresponsabilidad entre ciudadanía, sector público y privado, el estudio sostiene que hay que actuar ya “para que los derechos futuros de los ciudadanos estén garantizados: pensiones, sanidad pública y dependencia”.