La Fundación Edad&Vida, entidad centrada en la mejora de la calidad de vida de las personas mayores, celebra los días 20 y 21 de octubre la octava edición de su congreso científico-profesional bienal. Las jornadas se centrarán en cómo seguir avanzando hacia una óptima integración sociosanitaria. Serán un punto de encuentro destinado a analizar las bases de un modelo eficiente que garantice el bienestar y una mayor autonomía de las personas mayores con pluripatología crónica y dependencia, y también contarán con un espacio para reflexionar sobre la gestión de la Covid-19 durante la pandemia. En definitiva, bajo el lema “Integración sociosanitaria: la atención del futuro”, el foro que impulsa Edad&Vida tiene como objetivo buscar soluciones para garantizar la mejora de la integración sociosanitaria en un entorno en el que el 80% del gasto sanitario lo produce el 5% de la población, en su mayoría mayores de 65 años.

Tal como afirma Josep Maria Via, presidente del Comité del Programa del VIII Congreso Edad&Vida: “La esperanza de vida se ha prologado mucho afortunadamente. Todos deseamos vivir más años y en mejores condiciones, por lo que es fundamental prevenir y abordar la dependencia y la cronicidad, que tiene una mayor incidencia conforme se trata de personas de edad más avanzada. Por tanto, el principal reto de este foro de conocimiento es aportar novedades que contribuyan a mejorar la atención a nuestras poblaciones envejecidas, respondiendo a las necesidades de las personas desde una perspectiva integral”.

Una de las principales novedades del VIII Congreso Internacional Dependencia y Calidad de Vida es que este año se celebrará, por primera vez, en formato virtual, hecho que dotará al congreso de mayor presencia de expertos nacionales e internacionales, y abrirá la puerta a un mayor seguimiento por parte de profesionales de otros países.

A lo largo de los días 20 y 21 de octubre más de 30 ponentes debatirán sobre el futuro de la atención sociosanitaria integrada, tratarán los últimos avances del sector, y también analizarán la respuesta a la crisis sanitaria por parte de los servicios sociosanitarios de distintos países con el objetivo de extraer mejoras de cara al futuro.

Módulos y temáticas centrales

 Los contenidos del foro virtual Integración sociosanitaria: la atención del futuro” se desarrollarán a través de cuatro grandes módulos, y también se celebrarán sesiones paralelas y posters científicos con temáticas sectoriales de interés, para complementar el core del Congreso.

  • Módulo 1: La atención integrada en los centros de cuidados intermedios o sociosanitarios, el long term care.
  • Módulo 2: La respuesta de las residencias de mayores en España frente a la crisis provocada por la Covid-19. Propuestas de mejora y modelos de futuro.
  • Módulo 3: La transformación de la atención domiciliaria social y sanitaria: presente y futuro.
  • Módulo 4: Innovación en el ámbito del envejecimiento saludable.

 

(*) Enlace al Programa del congreso

(**) Más información y acceso a la web del VIII Congreso Internacional Dependencia y Calidad de Vida “Integración sociosanitaria: la atención del futuro”

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No tener discapacidad, no tener limitaciones de movilidad, no tener dolor, tener buena salud, tener buena función cognitiva. Pero también contar con un buen estado de ánimo, estar comprometido con actividades productivas, ya sea un trabajo remunerado, ayudar a la familia o voluntariado; tener buenas relaciones sociales, tener una vida satisfactoria y tener el control sobre la propia vida. Estos son los factores que para las personas mayores significa envejecer bien. “Pero para ello, hacen falta recursos, de hecho el aspecto que más determina el buen envejecer de las personas son los ingresos” ha dicho María Victoria Zunzunegui, experta en geriatría y gerontología, epidemióloga y miembro del Comité de Expertos de 65Ymás.

Hay tres factores que explican la mayor parte del buen envejecer. Los ingresos es el más importante. “Las personas que tienen ingresos suficientes tienen un envejecimiento 14 puntos mejor que las personas con ingresos insuficientes”. Por detrás, se sitúan otros dos factores: hacer actividad física y ser propietario de la vivienda. “El punto en el que España falla estrepitosamente es en el tema de los ingresos”, ha dicho Zunzunegui.

“El aumento de las pensiones al Salario Mínimo Interprofesional como pensión mínima es fundamental si queremos tener un buen envejecimiento” ha asegurado María Victoria Zunzunegui. “En nuestro país las pensiones son muy bajas. La meta de poner las pensiones mínimas al nivel de Salario Mínimo Interprofesional es una meta totalmente justificada si queremos parar la discapacidad en la vejez, conseguir envejecer con buena salud y, en general, tener un buen envejecimiento”, ha dicho. Además, los datos nos dicen que con ingresos insuficientes “la fragilidad se adelanta en una media de 3,5 años”, ha dicho la experta. “Y esto es muchísimo, es una cifra para reflexionar”.

Es una de las principales conclusiones expuestas durante la jornada ‘Envejecimiento saludable’ organizada por la Fundación Edad&Vida en el marco del ‘I Foro de Envejecimiento’, en el que se analizó este aspecto básico para responder a los restos de la mayor longevidad con una óptima calidad de vida.

España, el país europeo que más esperanza de vida ha perdido por la pandemia

“En España la gestión de la pandemia ha sido bastante mala y en Madrid ha sido terrible. Hemos perdido, en Madrid, dos años de esperanza de vida en el caso de los hombres y cerca de 1,5 las mujeres” ha asegurado Zunzunegui. Salvo en algunos países nórdicos como Finlandia o Dinamarca, todos los países europeos han perdido esperanza de vida. “España ha sido el país de Europa que más esperanza de vida ha perdido, con un 1,6 años. Le sigue Bulgaria que ha perdido 1,5 años de esperanza de vida. Francia ha perdido 0,7 y Alemania 0,2”

Pese a esto, España sigue teniendo una longevidad muy alta. “Y esto ocurre porque vivimos en un estado de bienestar, tenemos una nutrición muy saludable con la dieta mediterránea, tenemos el hábito de caminar, unas redes sociales muy fuertes, de familia y entorno de vecinos y barrio; y, por último, un sistema público de salud muy bueno, que atiende casi la totalidad de los servicios que necesitamos”, ha Asegurado Zunzunegui.

Sin embargo, la experta ha alertado de que “la esperanza de vida no es algo que tengamos asegurado. Hay que ser realistas, la esperanza de vida no es una constante, depende de lo que hagamos”.

El impacto de la violencia machista sobre el envejecimiento

La investigación acerca del envejecimiento desde una aproximación de género aún es escasa. Sin embargo, Zunzunegui relaciona la violencia machista con un peor envejecimiento. “Hay una diferencia entre el buen envejecer entre hombres y mujeres, a favor del hombre, que se explica por la mayor experiencia y exposición a la violencia en la familia y con la pareja que tienen las mujeres y con la mayor percepción de inseguridad en su barrio”, explicó la experta. “Las mujeres tienen mayor exposición a la violencia dentro y fuera del hogar, y eso explica la diferencia en el buen envejecer entre hombres y mujeres”.

La colaboración público-privada permitirá ser más eficientes

La colaboración público-privada, en el actual escenario de envejecimiento demográfico, se prevé como un elemento determinante para conseguir un sistema sanitario sostenible, accesible y equitativo para todos. Para analizar el punto de vista de la empresa privada, las jornadas celebraron un debate entre Alicia Sánchez, directora del Área Asistencial de SegurCaixa AdeslasAna Lozano, médico general de QuirónSaludJoan Pinyol, director general de la Fundación Salud y Persona; e Ignacio Dávila, Health & Education Innovation Manager de Vodafone Business, moderado por Fernando Bandrés Moya, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación Tecnología y Salud (Fenin).

“Actualmente hay dos millones y medio de personas en España que se sienten solas”, destacó Joan Pinyol, de la Fundación Salud y Persona. “Debemos prestar atención a sus necesidades para combatir el aislamiento, la tristeza, el miedo o la gestión del duelo. La salud emocional es un pilar básico para su bienestar”, añadió.

En la misma línea, Ana Lozano, de QuirónSalud resaltó el concepto de fragilidad asociado al ingreso hospitalario. “La fragilidad es un estado asociado al envejecimiento y los hospitales deben coordinarse con otros niveles asistenciales para hacer un seguimiento del paciente, así como a la hora de darle el alta, para que se sienta seguro”, dijo. “Debemos tener una visión holística y multidisciplinar del paciente mayor, implicándole en sus cuidados, para que el ingreso hospitalario no sea hostil”.

En este sentido, la tecnología juega un papel clave para acercar los servicios socio sanitarios a las personas mayores. Pero, tal y como alertó Ignacio Dávila de Vodafone Business, “la tele asistencia, la telemedicina o la medicina predictiva son realidades imposibles sin tecnologías como el 5G, el Internet de las Cosas, la Nube, o la Realidad Virtual y Aumentada. La tecnología contribuye al envejecimiento saludable y activo y otorga una mayor autonomía cuando la movilidad está limitada”.

De nuevo, el debate volvía a incidir en la necesidad del compromiso y colaboración parte del sector privado. “Hay que tener en cuenta que casi el 25% de los españoles confía en el sistema privado de salud, así que es fundamental que exista una óptima colaboración entre el sistema público y privado para dar respuesta a todas estas necesidades” dijo Alicia Sánchez de SegurCaixa Adeslas, quien reconoció que “la longevidad es un reto para las aseguradoras de salud, que deben repensar sus servicios para lograr una oferta adecuada a las necesidades de las personas mayores”.

Noticia original publicada el 27 de junio de 2021 en 65ymás.com

La presbiacusia o pérdida de audición asociada a la edad tiene una mayor incidencia a partir de los 65 años y si no se trata correctamente puede provocar aislamiento social en las personas mayores, que tienden a limitar progresivamente las situaciones en las que deben interactuar con otras personas.

La pérdida auditiva aparece de forma progresiva y cuando los demás empiezan a darse cuenta y la persona acepta ese déficit, aparece tristeza y aislamiento. De hecho, en los primeros estadios, las personas tienden a negar el problema y a culpar al interlocutor. Creen que es algo normal, asociado a la edad, y eso hace imprescindible el papel de su entorno para alertar sobre el problema. Pero si la pérdida auditiva no se trata, la situación va empeorando y la persona con el paso de los años deja de oír más cantidad de sonidos en determinadas frecuencias, por lo que va aumentando la dificultad de comprensión y poco a poco van quedando fuera de las conversaciones, por lo que tienden a aislarse. Además, los problemas de audición pueden derivar en problemas cognitivos, ya que la falta de estimulación genera un deterioro prematuro y acelera el proceso de envejecimiento.

Así, detectar a tiempo la aparición de problemas auditivos es clave para evitar el aislamiento y volver a relacionarse socialmente.

Para ello, es importante estar atentos a las señales de alarma frente a la pérdida de audición:

  • Cuando estoy en lugares con mucha gente hablando a la vez, siento un ruido constante que no me permite escuchar nada con claridad.
  • Prefiero evitar los eventos sociales o reuniones familiares porque me cuesta seguir las conversaciones, especialmente si me hablan más bajo.
  • Me cuesta escuchar el sonido del móvil y aunque oigo la conversación no la acabo de entender.
  • Necesito subir el volumen de la televisión para escucharla con claridad.
  • Estoy más triste, irritable y prefiero estar solo/a, sin hablar con los demás.

Una vez detectado el problema es importante dar el primer paso para solucionarlo:

  • Compartir con mi entorno la problemática, lo que estoy sintiendo.
  • Acudir al médico (otorrino) para que pueda realizar un diagnóstico y determinar si tengo pérdida auditiva: ¿qué la ha provocad y cómo podría mejorar?
  • Reservar una cita con un experto en un centro de audición para evaluar el nivel de pérdida y buscar la solución que mejor se adapte a mis necesidades para mejorar mi audición.

Díptico informativo.

Carteles (1, 2).

Nota de prensa.

Es la otra pandemia del mundo moderno, la soledad no deseada. La que atenaza a las personas mayores, cada vez más incomunicadas, en un mundo cada vez más  conectado. Una paradoja abordada en la jornada ‘Tecnología aplicada al envejecimiento’ organizada por la Fundación Edad y Vida en el marco del I foro de Envejecimiento, recientemente celebrada.

“El estar solo a veces se asocia, sobre todo si eres joven, a estar relajado, a estar tranquilo. Pero la soledad no deseada es otra cosa, es sentirse solo, es la sensación de sufrimiento, de inseguridad que padecen las personas mayores” ha dicho Antonio Eroles, business development IoT senior product manager de Cellnex.

En este mundo conectado y tecnológico, sin embargo, “esta soledad no deseada cada vez está apareciendo más. De hecho, durante la pandemia se ha doblado. Y esto se produce en las zonas rurales, pero se produce también en las ciudades”.

“Nos movemos en el sector socio sanitario, pero muchas veces hay que diferenciar los terrenos social y sanitario. En el ámbito sanitario, ayudamos a una persona con movilidad reducida que a la que hay que ayudar con su higiene, o hacer unas curas o hacer rehabilitación” asegura Roberto Valdés, cofundador y consejero delegado de Cuideo. “Pero yo también quiero destacar el aspecto social, y esto lo ha puesto de manifiesto mucho la pandemia. Tenemos usuarios que nos llaman porque tienen soledad, porque sus padres están aislados y necesitan a alguien que les acompañe, que tenga una conversación con ellos, que les prepare una comida saludable”, añade.

“Como profesional del sector socio sanitario creo que la soledad es la enfermedad del siglo XXI”, asegura Roberto Valdés. “Alrededor del concepto de soledad no deseada se van a desarrollar muchos servicios, porque la tecnología y las infraestructuras pueden ayudar muchísimo a resolver” explica Antonio Eroles. “Estoy convencido que es posible resolver este problema vía tecnología y vía soluciones como las que pueden ofrecer empresas, como Cuideo, por ejemplo”.

La pandemia ha puesto de manifiesto y ha sacado a la luz la importancia de la parte social, y hay que cubrirla con un servicio” coincide Roberto Valdés. “Nosotros como compañía también cubrimos la capa social que pensamos que es muy importante. Al final si una persona se queda en su domicilio para mantener su entorno social”, dice.

Es la otra pandemia del mundo moderno, la soledad no deseada. La que atenaza a las personas mayores, cada vez más incomunicadas, en un mundo cada vez más  conectado. Una paradoja abordada en la jornada ‘Tecnología aplicada al envejecimiento’ organizada por la Fundación Edad y Vida en el marco del I foro de Envejecimiento, recientemente celebrada.

“El estar solo a veces se asocia, sobre todo si eres joven, a estar relajado, a estar tranquilo. Pero la soledad no deseada es otra cosa, es sentirse solo, es la sensación de sufrimiento, de inseguridad que padecen las personas mayores” ha dicho Antonio Eroles, business development IoT senior product manager de Cellnex.

En este mundo conectado y tecnológico, sin embargo, “esta soledad no deseada cada vez está apareciendo más. De hecho, durante la pandemia se ha doblado. Y esto se produce en las zonas rurales, pero se produce también en las ciudades”.

“Como profesional del sector socio sanitario creo que la soledad es la enfermedad del siglo XXI”

“Nos movemos en el sector socio sanitario, pero muchas veces hay que diferenciar los terrenos social y sanitario. En el ámbito sanitario, ayudamos a una persona con movilidad reducida que a la que hay que ayudar con su higiene, o hacer unas curas o hacer rehabilitación” asegura Roberto Valdés, cofundador y consejero delegado de Cuideo. “Pero yo también quiero destacar el aspecto social, y esto lo ha puesto de manifiesto mucho la pandemia. Tenemos usuarios que nos llaman porque tienen soledad, porque sus padres están aislados y necesitan a alguien que les acompañe, que tenga una conversación con ellos, que les prepare una comida saludable”, añade.

“Como profesional del sector socio sanitario creo que la soledad es la enfermedad del siglo XXI”, asegura Roberto Valdés. “Alrededor del concepto de soledad no deseada se van a desarrollar muchos servicios, porque la tecnología y las infraestructuras pueden ayudar muchísimo a resolver” explica Antonio Eroles. “Estoy convencido que es posible resolver este problema vía tecnología y vía soluciones como las que pueden ofrecer empresas, como Cuideo, por ejemplo”.

La pandemia ha puesto de manifiesto y ha sacado a la luz la importancia de la parte social, y hay que cubrirla con un servicio” coincide Roberto Valdés. “Nosotros como compañía también cubrimos la capa social que pensamos que es muy importante. Al final si una persona se queda en su domicilio para mantener su entorno social”, dice.

El potencial de la tecnología para la Silver Economy

Durante la jornada, Benigno Lacort, consejero delegado de Atenzia, reflexionó sobre la confluencia de dos grandes revoluciones, la demográfica y la digital, en el marco de la sociedad del bienestar. Para Lacort, esta confluencia entre una población que, tras la jubilación, sigue activa, independiente y que aún se considera joven, y la enorme capacidad de desarrollo de las nuevas tecnologías, pone de manifiesto el gran potencial de crecimiento de la industria del envejecimiento y de la Silver Economy

Roberto Valdés, CEO de Cuideo, ha destacado la importancia de la combinación de la tecnología y los servicios para mejorar la calidad de vida de las personas dependientes y su entorno: “Digitalizamos el sector de los cuidados a domicilio con un modelo que hemos creado, que gracias a la aplicación de la tecnología en los procesos, da un servicio rápido y eficiente, teniendo en cuenta las necesidades sanitarias y sociales de las personas”.

Para remarcar el potencial de la tecnología en el marco de la Silver Economy, Miguel Arturo Usabel, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y  consejero delegado de Anubis, ha concluido: “Toda la sociedad coincide en pensar que ahora es el momento propicio para acometer una revolución industrial, llamada transición tecnológica en las empresas. Sin duda, la explotación del dato y la modelización predictiva ocupan un papel muy relevante en ese tránsito. En Anubis desarrollamos soluciones basadas en el análisis de datos para el mundo de los servicios, optimizando la asignación de recursos y la toma de decisiones eficientes en base a este creciente aumento de la longevidad”.

El riesgo de ahondar la brecha digital

Según Antonio Eroles, de Cellnex, la tecnología y el Internet de las Cosas debe proporcionar servicios inteligentes que aporten un beneficio tangible a toda la ciudadanía. Y ha alertado: “La creciente digitalización de la sociedad puede acelerar la denominada brecha digital con los colectivos más vulnerables. Debemos garantizar el acceso a la tecnología, y la calidad de conectividad, de forma democrática. Creemos que garantizar una conectividad o unas infraestructuras de conectividad de calidad contribuye a la reducción de esa mencionada brecha digital”.

Las zonas rurales tienen un problema adicional, que es el tema de las infraestructuras y el acceso a las comunicaciones, que es crítico para disponer de todo este tipo de servicios” añade Eroles.

En Cellnex “hemos aplicado tecnología para transformar viviendas sociales en hogares conectados y que, a través de la generación de alertas, permiten una atención domiciliaria rápida y proactiva”.

España tiene el potencial de liderar la economía sénior

“España puede ser líder en este mercado”, aseguró Benigno Lacort. “Tenemos la materia prima, tenemos una población muy longeva, tenemos ese concepto de proximidad familiar, tenemos la tecnología”. El consejero delegado de Atenzia insiste en que digitalizar no es cambiar un teléfono analógico por otro digital, sino añadir mil sensores nuevos y crear nuevos productos y servicios con esa tecnología. “Tenemos confianza en Plan Europeo de Reconstrucción. Yo animo a la Administración pública a fijarse en este sector por el alto retorno de la inversión que va a tener”, concluyó.

Noticia original publicada el 13 de junio de 2021 en 65ymás.com

Prescindir del talento sénior y reemplazar a los trabajadores mayores por jóvenes, más baratos en términos de costes laborales ha sido una realidad en la empresa española hasta ahora. La menor productividad de las personas mayores se ha repetido como un mantra para justificar que se trata de una cuestión económica. Y de edadismo.

Sin embargo, cuando han venido mal dadas, y la empresa se ha tenido que enfrentar a un desafío desconocido hasta el momento, la experiencia se ha revelado valiosa. Durante unas recientes jornadas organizadas por la Fundación Edad y VidaOscar Arce, director general de economía y estadística del Banco de España asegura que “conforme envejecemos solemos perder habilidades relativas al esfuerzo físico, por motivos bastante obvios, pero en otras competencias se gana, por ejemplo, en capacidad de planificación”. La explosión de la pandemia, que obligó a las empresas a mandar a todos sus trabajadores a casa, a establecer precipitados protocolos de actuación exigió de un esfuerzo adicional de todos. Y esas capacidades, como la planificación o la toma de decisiones en situaciones complejas han sido claves.

Pese a la crisis derivada de la pandemia, la tasa de paro para las personas de 60 y más años de edad se redujo en 2020, quedando en 11,4%, el dato más bajo desde 2010. En cambio, para todos los menores de esa edad, la proporción de parados se incrementó. Además, el menor incremento del paro se produjo en los trabajadores de entre 40 y 59 años.

En concreto, la tasa de paro para las personas de 65 o más años bajó un 0,2%, mientras que para las personas de 40 a 59 años subió un 0,3%, hasta el 12,3% de la población activa. La subida de la tasa de paro fue mayor cuanto más baja la edad. Así, para las personas de entre 16 y 24 años, la tasa de paro aumentó 5,7 puntos porcentuales, hasta 38,3%. Y para las personas de 25 a 39 años subió un 3,1% hasta el 17,5 por ciento.

Son datos de la segunda edición del Anuario del Mercado de Trabajo elaborado por el centro de estudios y divulgación del  Grupo Adecco, que hace un repaso a los hitos más destacados de 2020 en materia de empleo, economía, salarios, educación y formación para el empleo, negociación colectiva y conflictividad laboral y prevención de riesgos laborales.

Grandes empresas que apuestan por el equilibrio generacional

Poco a poco, vamos viendo gestos de apoyo al talento sénior entre las grandes empresas. Hasta ahora, los EREs y planes de reestructuración se cebaban con los trabajadores más mayores. Algo que, aunque muy lentamente, va cambiando.

El pasado mes de abril conocíamos que El Corte Inglés excluía a los mayores de 50 años de su plan voluntario de bajas, con el que prevé reducir 3.000 empleos. La compañía explicaba que no se trata de “un plan de rejuvenecimiento, ni de desvinculación, sino de un proceso de reducción de plantilla y reorganización de la empresa”

Por su parte CaixaBank, que ha había establecido en el 50% el límite de empleados mayores que podrán extinguir su contrato en el marco de su plan de reestructuración, para preservar el equilibrio generacional y evitar que las salidas se concentrasen en el mismo tramo de edad, ha decido elevarlo hasta el 60% en el marco de la negociación que mantiene con los sindicatos.

Los devastadores efectos de la pandemia en el mercado laboral

Tras la pérdida de más de 100.000 empresas durante la pandemia de la COVID-19, España cerró el pasado año con 2,8 millones de empresas, el menor número en 15 años, de acuerdo con los datos del informe.

Adecco calcula que por cada empresa que desapareció en 2020, se perdieron casi 10 puestos de trabajo asalariado en el sector privado, según el anuario del mercado de trabajo publicado este lunes por la consultora de recursos humanos.

Sin embargo, el número de autónomos sin empleados a cargo creció un 2,9%, debido tanto a asalariados que al perder su trabajo se decantaron por el autoempleo, como a los autónomos que despidieron a sus trabajadores.

La hostelería fue el sector en el que más empleo se perdió con uno de cada seis puestos de trabajo destruido, mientras que, en las ramas de salud y educación, y en las Administraciones Públicas no se perdió ningún ocupado en 2020.

Noticia original publicada el 10 de junio de 2021 en 65ymás.com