Mujer, envejecimiento y empleo

14-06-2016 -

Eduardo Rodríguez Rovira
Presidente de Fundación Edad&Vida

Mientras que en Europa la generación del baby boom, nacida al terminar la II Guerra Mundial, comenzó a jubilarse hace unos años y las nuevas generaciones que se han estado incorporando al mundo laboral estaban menos nutridas por la caída de la natalidad, en España la generación del baby boom se retrasó una década y ahora se encuentra a pleno rendimiento laboral, pero en la próxima década comenzará a retirarse. Seguramente nos cogerá todavía con una bolsa de paro, inferior a la actual, pero que podrá ser eliminada de una forma estructural por la simple disminución de la población activa joven. La CEOE calcula que entre 2015 y 2025 la población activa habrá disminuido en 1.700.000  personas.

La respuesta europea es la de elevar al 50% la tasa de empleo de la fuerza laboral entre 55-64 años (Estrategia de Lisboa, año 2000). En España la tasa de empleo a esa edad era en 2014 como media 44,3%, menor en mujeres. Otra recomendación es retrasar en cinco años la edad media de retiro efectivo (Consejo Europeo de Barcelona 2002). Por último la Estrategia Europea 2020 nos habla de alcanzar una tasa de empleo en el 75% de la población, 16-64 años, en 2020. Estas cifras solo se alcanzarán si la mujer, que representa actualmente el 46% de las plantillas, se incorpora al trabajo en la misma proporción que los hombres y si aumentan las tasas de empleo de todos los trabajadores mayores, hombres y mujeres, por lo que significa un mayor esfuerzo para las mujeres.

La edad media de jubilación de las mujeres que trabajan es actualmente 64,6 años, superior a la de los hombres, 63,8 años. La esperanza de vida de la mujer es superior en más de cinco años a la de los hombres y a partir de los 65 años la relación mujeres/hombres ya comienza a ser 100/90 aumentándose progresivamente esta diferencia. Sin embargo llegan en condiciones de salud peores, por lo que también les afectará más el retraso de la edad de retiro, que es la tendencia actual en la mayoría de países desarrollados.

El envejecimiento afectará a las pensiones de viudedad, tales como las conocemos hoy. Estas tienen plazo de caducidad y en muchos países desarrollados ya no existen. Los hombres y mujeres que trabajen tendrán su pensión, pero no se podrá heredar la pensión de la pareja. Al ser las mujeres viudas donde existe un mayor riesgo de pobreza, ya que sus pensiones serán más bajas que las de los varones, por la brecha salarial, porque el nivel de sus puestos de trabajo es inferior al de los hombres, porque habrán dejado de trabajar algunos años para cuidar la familia, hijos o padres entre otras razones, se tendrán que tomar medidas para evitar que caigan en la pobreza, creando pensiones mínimas o no contributivas específicas como han sido establecidas en otros países.

Las mujeres constituyen hoy el 60% de los nuevos licenciados. Ello es significativo porque a medida que aumenta el nivel de instrucción se facilita la prolongación de la edad de jubilación. Por supuesto también se facilita el empleo, ya que la mayor parte del paro corresponde a trabajadores con baja cualificación.

La pérdida de empleo como consecuencia de la crisis en España ha perjudicado menos a la mujer que al hombre (10% vs. 25%). El que la mayor caída del empleo se produjera en la construcción explica en gran parte esta diferencia.

El trabajo parcial de la mujer en Europa es aproximadamente un tercio del empleo, mientras que en España es un cuarto, pero muy superior al de los hombres. Se suele criticar porque muchas veces es involuntario ya que puede ser que no se ofrezca otra oportunidad de trabajo completo, pero en muchos casos es una opción libre que permite a la mujer seguir trabajando.

La discriminación por edad es tan importante o más que la de sexo o la racial. En el mundo de la empresa es bien claro. Durante la crisis la caída de la productividad se ha resuelto con la disminución de las plantillas siendo la edad el criterio fundamental.  Del tercer trimestre 2007 al tercer trimestre 2014 la tasa de parados mayores de 55 años de cualquier género fue más de dos veces superior a la de los menores de 45 años. A partir de una edad, seas hombre o mujer, es prácticamente imposible conseguir un empleo.

El porcentaje de diputadas femeninas alcanzó en último Congreso el 39.4%. El objetivo de la paridad prácticamente está cubierto. Pues bien, solamente existían 5 mujeres congresistas mayores de 65 años, menos del 3%. Hay que tener en cuenta que los mayores de 65 años suelen representar cerca del 25% de los votantes efectivos. Merecería la pena plantearse aquí también el problema de la paridad…

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